Recuerdo cuando mi corazón comenzó a latir rápido y más rápido mientras iba de camino a la oficina. Poco a poco empezaron los espasmos musculares. Cada día, el dolor se intensificaba y en un momento dado, llegue a sentir que mis brazos se querían, “literalmente”, caer. El solo hecho de sentir que mi jefa caminaba cerca de mí o hacia mí, aumentaba mi ansiedad. Intenté hablar sobre la situación que estábamos atravesando en la oficina con mis superiores y hasta otros compañeros también fueron a quejarse, pero, al parecer no había nada de qué preocuparnos… Siempre decían que era problema de comunicación y que se iba a arreglar.

Cuando empecé a sentir que me costaba almorzar, que al hablar de la situación lloraba y que el ambiente de trabajo me hacía cuestionar mis sentimientos y acciones, en ese momento me dije: “es tiempo de irme.”

Poco a poco, entendí que jamás iba a poder ser parte de un equipo donde los jugadores con mayor “seniority” siempre iban a tener refuerzos, ventajas y lograrían siempre ganar. En ese momento, pude ver bien claro el escenario; “tú no eres parte de este equipo, es tiempo de buscar uno nuevo.”

Cuando pude reflexionar, lo primero que quise hacer fue renunciar ese mismo día. Pero siempre he sabido controlar mis emociones y ser estratégica ante mis decisiones. Ningún resultado positivo se obtiene de decisiones abruptas o bajo coraje. Así que lo primero que hice fue evaluar la situación y hacerme muchas preguntas.  

Te comparto algunas preguntas que me apoyaron en el proceso de evaluación para tomar la decisión de renunciar:

Evaluar la situación:

  1. ¿Cómo la situación puede cambiar?
  2. ¿Quiénes son los protagonistas de esta situación? ¿Están todos dispuestos a poner de su parte para generar un cambio?
  3. ¿En quién puedes confiar? O ¿Cómo se puede desarrollar confianza?
  4. ¿Cómo es la cultura de la empresa y cómo se alinea con tus valores?
  5. ¿Ves crecimiento en tu carrera dentro de la empresa?
  6. ¿Cómo te hace sentir el ambiente de tu oficina o la empresa?

Las respuestas a estas preguntas me hicieron entender que lo mejor era continuar mi camino. Entendí que la cultura de la empresa no se alineaba a mis valores. A partir de esto, hice mi segunda evaluación ante la situación:

Estrategia de Salida:

  1. Escenario: Lo primero que me pregunté fue, ¿cómo hacerlo? ¿Entrego la carta con 2 semanas de aviso o hablo con alguien sobre lo que estoy pensando hacer y busco otra alternativa (como aplicar a otro departamento)? (En mi caso ya sabía que no quería estar en la empresa).
  2. Tiempo: ¿Cuándo? ¿En dos semanas, un mes, dos meses, o en tres meses?
  3. Económico: ¿Tengo suficiente dinero para dejarlo ahora mismo? ¿Cuánto dinero necesito tener en ahorros para poder sentirme cómoda(o) y dejar mi trabajo?
  4. Empleabilidad: ¿Buscaré empleo? ¿Vuelvo a emprender? ¿Cuánto tiempo me tomaría buscar otro empleo o tener clientes? ¿Quiero trabajar o necesito tomar un descanso y reflexionar sobre mis metas de carrera? ¿Cuánto dinero necesitaría tener ahorrado para darme el tiempo para buscar otro empleo o proyecto?

En mi caso, te diré que siempre he tenido empleos como “freelancer”, así que sabía que volver a emprender era la mejor alternativa ya que esta experiencia había dejado en mi un mal sabor y necesitaba un descanso. Lo positivo era que volver a emprender iba a ser fácil ya que siempre estaba activa y tenía clientes.

Dejar un empleo no es una decisión fácil y debemos analizar muy bien la estrategia que vamos a utilizar. No debemos dejarnos llevar por nuestras emociones ya que todo tiene su consecuencia. Entiendo que esta decisión se complica cuando el salario económico es competitivo (esto me paso a mi) pero al final del día lo que me ayudó a tomar la decisión fue entender que mi trabajo en la empresa no cumplía con mi propósito de vida y carrera y esto estaba afectando mi salud. Además, entendí que no importaba lo que yo dijera o hiciera, nada iba a cambiar. Así que; seguí unos de mis propios consejos, cuando nadie te pide ayuda o consejos no los des, estás dejando tu energía en algo que no vale la pena. Así que decidí llevar mi energía a quien la iba saber utilizar y apreciar.

Te cuento que fue la mejor decisión de mi vida, al momento de tomar esta decisión las puertas que llevaba tocando se abrieron, incluso, llegaron oportunidades que jamás esperaba. Así que, antes de renunciar:

  1. Evalúa la situación
  2. Hazte las preguntas que te compartí.

Estoy segura que con este ejercicio te sentirás más confiado(a) de tomar la decisión ya que tendrás una estrategia para tu próximo camino. ¿Necesitas apoyo? Escríbeme a bnegron@thecoachingspot.com y empecemos a desarrollar tu estrategia de salida. Conoce más de mi visitando mi página bianca-negron.com